El comienzo de mi nueva vida.
Ya llevo aquí 21 días. Tres semanas que se han pasado a una velocidad terrorífica.
Mi aventura comenzó en el mismo día en el que pisé el NH de Zaragoza para hacer mi examen escrito, pero la parte buena acaba de llegar.
No he tenido absolutamente nada de tiempo para escribir desde que he llegado aquí, a pesar de que me encantaría describir cada cosa que pasa en mi día a día con todo detalle. Pero os voy a contar un poco cómo es mi vida aquí y cómo es eso de sentirse americana.
Después de muchas despedidas, comprobar la maleta y deseos de buena suerte, cogí el AVE Zaragoza -Madrid a las 19:45 del 22 de agosto de 2016. Y no fui sola: Leire, otra becada zaragozana, fue mi compañera de viaje. Ambas aún algo emocionadas de todas las despedidas que acabábamos de vivir, comenzamos a imaginar todo lo que nos esperaba en este nuevo continente y las aventuras que viviríamos.
1 hora y media después estábamos en Atocha con Alex de Albacete, Carmen, Marta y Maite de Sevilla, Lucía de Alicante y Cris de Jaén. Fuimos al aeropuerto a buscar a Gara de Canarias y después fuimos (por fin) al hotel. Era un sitio agradable al lado de Barajas. Nos instalamos en nuestras habitaciones -Raquel, la monitora, fue INCREÍBLEMENTE maja y nos dijo que podíamos estar todas en una sola habitación hablando de despedida de España. Y así fue. Las 9 nos metimos en una de las habitaciones que sólo tenían 2 camas individuales y tuvimos de todo: momentos de intimar demasiado, vistas innecesarias, risas, las historias de Lucía (que tuvimos el "privilegio" de escuchar 100000 veces), más risas, tutorial de sevillanas, sesión de fotos, Leire poniendo música excesivamente alta haciendo que yo me agobiara pensando que íbamos a despertar a todo el hotel...
Conforme fue llegando el sueño, todas se fueron yendo pero 4 de nosotras decidimos dormir de manera excesivamente incómoda en las micro camas: Cris, Alex, Lucilú y yo. Cris y Alex estaban en una cama y la psicópata pelirroja y yo en la otra (muy a mi pesar). Eran las 4 de la madrugada cuando Lucía decidió que se iba a duchar mientras el resto robábamos sus caramelos de fresa amarga. Y luego nos enfrentamos al peor problema de todos: el aire acondicionado estaba puesto a tope y nos estábamos CONGELANDO. Eso no era lo peor: las sábanas eran escasas y hubo grandes luchas por ellas, en especial en mi cama. Incluso cuando nuestras compañeras ya se habían dormido, a eso de las 5, Lucía y yo seguíamos riéndonos de la penosa situación (la cama era tan pequeña que nuestros culos no paraban de chocarse cada vez que hacíamos el más mínimo movimiento).
Nos dormimos a las 5.30 y nos despertaron a las 7.00. Y después al aeropuerto a aguantar 4 excitantes horas (nótese el sarcasmo) de esperar... y pasar aduanas... y esperar... y que a Lucía le abrieran la maleta por llevar demasiados potingues... y esperar a coger el avión que nos transportaría a Chicago. Nos encontramos con otros becados que nos acompañarían durante el resto de nuestra aventura, destacando a mis compañeras de estado, Andrea (a Jerome) y Anna (a Boise), y nuestros futuros colegas de baño, Antonio de Dios y Pablo.
Cuando por fin nos metimos en el avión todo era muy emocionante. Nos esperaban 9 horas y pico de estar sentados, pero aún así LOS NERVIOS ERAN REALES.
Resumiendo: las "comidas" bastante apestosas y escasas (casi nos comemos los unos a los otros del hambre que teníamos), hacía un frío que PELABA (por suerte nos dieron unas mantitas y almohadas), todos estábamos loquitos con lo que pasaba al tirar de la cadena del baño, vimos muuchas pelis y sobretodo miramos la pantallita que hacía la cuenta atrás de horas que nos quedaban ahí. Al final nos llamaron la atención por hacer demasiado ruido (éramos unos 30) y nos dijeron que en USA cuando más de 3 personas están de pie susurrando en un avión se piensa que están "conspirando". Y turbulencias. Muchas turbulencias. Demasiadas. Antonio estaba cagado porque era la primera vez que volaba, y ya se veía en el fondo del Atlántico.
Lo mejor fue el aterrizaje. Al igual que el resto del vuelo, fue problemático. Entre las turbulencias y que el piloto tenía complejo de aventurero, en vez de descender suavemente daba bajones repentinos que hacían que literalmente volaras un poquito de tu asiento. Todos los becados gritando como retrasados cada vez que descendíamos. Lo único que nos consolaba del miedo era que Chicago se veía precioso desde la ventana del avión. Cuando al fin aterrizamos empezamos a aplaudir con todas nuestras fuerzas porque costaba creer que siguiéramos vivos.
Una vez en Chicago, nos dividimos entre los que dormíamos allí y los que se iban ya a su destino (una inmensa mayoría). Me salto toda la parte de la documentación porque sinceramente, no es interesante. Visados y tal.
El avión salió de Madrid a las 11 de la mañana y llegó a Chicago a las 2.30 del mediodía después de 9 horas de vuelo. Para nosotros era la hora de cenar, pero ellos aún estaban haciendo la digestión de la comida. Eso añadido a que algunas de nosotras solo habíamos dormido 1 hora la noche anterior y media en el avión. Sin embargo el jet lag no nos acababa de golpear porque seguíamos demasiado entusiasmados.
Y adivinad qué, nos fuimos a comer al exótico... ¡MacDonald's! ¡El mismo lugar en el que habíamos cenado la noche anterior! ¡Yuju! Eso sí, era distinto a los de España. Bastante.
Después, el pijama y a descansar, que aunque eran las 7 en Chicago llevábamos muchas, muchas horas despiertos. Bueno, eso era lo que las monitoras nos recomendaron que hiciéramos. Pero como podéis imaginar no nos fuimos a la cama como unas personas normales y razonables harían. NO. Mis compañeras de habitación eran Carmen, Andrea y Lucia, y una vez más solo había dos camas individuales para 4 personas y una vez más Lucía y yo decidimos dormir juntas porque "ya era tradición" y la noche anterior en el fondo lo habíamos pasado muy bien.
Por desgracia, nos tocó la peor habitación de todo ese motel de carretera de Chicago. En primer lugar, donde debería haber armario no lo había: alguien había arrancado la puerta y había un par de perchas ahí colgando con toda la pared medio rota. En segundo lugar, la puerta iba excesivamente dura y era casi imposible abrirla. Y en tercer lugar, y lo más importante, NO IBA LA CADENA DEL BAÑO. Esto nos supuso un grave problema, porque después de incontables horas en el aeropuerto y en el McDonalds teníamos grandes necesidades. Nuestra gran idea fue salir al pasillo montando escándalo y riéndonos demasiado fuerte y llamar a la puerta de la habitación que compartían los chicos- Antonio y Pablo. Cuando nos abrieron, entramos las 4 de golpe y sin pedir permiso les informamos de que habíamos venido para usar su baño. Ellos se quedaron muy confusos, pero no se resistieron.
Lo que empezó como un problema en las instalaciones de nuestra habitación terminó en una extensa conversación llena de risas que convirtió nuestra experiencia en Chicago en algo muy extraño pero a la vez inolvidable. Y no olvidar que para nosotros, Chicago no era EEUU: no sentiríamos que estábamos en tierras americanas hasta llegar a nuestro destino definitivo. Chicago parecía una noche más en el NB charlando entre becados.
Al día siguiente nos despertamos a las 3 en mi habitación porque el vuelo de Andrea salía más pronto que los del resto, y como ella no supo ser silenciosa al prepararse para irse, acabamos todas charlando una vez más. Nos despedimos de Andrea a las 4 y nos quedamos Carmen, Lucía y yo sin creernos que ese era el día definitivo en el que conoceríamos a nuestras host families y pisaríamos nuestros nuevos hogares por 10 meses.
A las 6 nos levantamos definitivamente y fuimos a desayunar con el resto al restaurante del motel -no estaba tan mal, todo hay que decirlo. Después los que cogíamos aviones a Alaska, Texas, Seattle o Virginia nos fuimos al aeropuerto dejando al resto atrás (s/o to Carmen, que se quedó sola unas 6 horas mientras los demás nos íbamos).
En el aeropuerto nos quedamos en la puerta de embarque del vuelo a Virginia (que cogieron Lucía y Antonio) porque era el que primero salía, y después nos fuimos cada uno a nuestra puerta. Fueron momentos de despedida muy emotivos porque Lucía y yo después de pasar 3 días literalmente pegadas la una a la otra 24h sin dormir casi nada, nos hicimos muy cercanas❤️.
Pablo, Anna y yo tuvimos que cambiar 20 veces de puerta de embarque porque los señores del aeropuerto no se aclaraban y daban información errónea. Para colmo, nuestro avión se retrasó más de una hora, dejándonos ahí medio muertos en el aeropuerto, agotados, sin saber qué hacer.
Ah, por cierto, nota para futuros becados: un@ monitor@ os acompañará de Madrid a Chicago o donde quiera que vaya vuestro primer vuelo, pero a partir de ahí todas las conexiones las tenéis que hacer solitos y, si tenéis suerte, con un par de becados en todo caso. Es parte del proceso de madurar y buscarte la vida que se aprende en la beca: ni adultos, ni los chalecos naranjas esos, ni monitores, ni ayuda para llevar el equipaje de un lado a otro o encontrar tu puerta de embarque: eres tú y solo tú el responsable de ti.
Dicho esto, entenderéis que nos agobiáramos un poco al ver que nuestro vuelo nunca llegaba y no tener a nadie que nos ayudara. Finalmente nos limitamos a jugar a las cartas y a flipar con los trucos de magia de Pablo hasta que el avión llegó.
Nada interesante durante el vuelo a Seattle, 4h y pico de tranquilidad.
Pablo casi pierde su conexión a Oregon por culpa del retraso, pero logró embarcar por un pelo de rana. Anna y yo aún teníamos tiempo hasta coger el avión a Boise, así que nos tomamos uno de los típicos Bagels con la calma. Nuestro avión a Boise no era un avión normal, era uno muy campechano para vuelos cortitos entre estados que parecía salido del viejo oeste. Anna y yo forjamos una bonita amistad entre conversaciones sobre el pueblo alicantino y sueños sobre lo que nos esperaba en Boise y en Riverstone (sí, las dos vamos al mismo insti).
Cuando llegamos ocurrió el encuentro con mi host family, que fue sinceramente muy emocionante. Eran tal y como en las fotos que había visto de ellos y como en Skype, los reconocí de inmediato, y me habían traído globos y una pancarta hecha por Madeline, mi hermanita de 6 años. Fue increíble pero a la vez extraño, porque no supe cómo reaccionar. Por suerte ellos fueron súper cariñosos y simpáticos y en seguida me empezaron a hacer preguntas sobre mi viaje, sobre mí, a contarme cosas sobre Boise y la vida que me esperaba allí e historias sobre su verano.
Me ayudaron con el equipaje y, después de despedirme de Anna y saludar a su host family -también encantadores; hemos tenido muchísima suerte- me monté en el coche con mi nueva familia y me dijeron que antes de ir a casa me iban a hacer un tour por el downtown de Boise en coche. Fuimos al campus de la universidad, al Ann Morrison Park y otros parques cuyos nombres no recuerdo, pasamos al lado del Boise River y del Greenbelt, de la biblioteca, del Capitol y muchas otras cosas. Después fuimos hacia casa -las ciudades en USA suelen consistir en un downtown relativamente pequeño en el que están las tiendas, cines, restaurantes, etc y no vive prácticamente nadie y luego en los suburbios muchos barrios de casitas como las de película, con sus jardines y demás, y los institutos-.
Mi casa está a unos 15 mins del Downtown en coche, y como en USA tienen un serio problema de déficit de transporte público dependo bastante de mis padres y de la gente de clase que tiene coche para llegar allí. Pero lo llevo muy bien, la verdad.
En el camino a casa pasamos por delante de Riverstone, mi futuro insti, y era tal cual como en las fotos. Todo impecable, muy bonito, haciendo que mis ganas de empezar el curso aumentaran -cosa inusual.
Una vez en casa me enseñaron mi habitación, dejamos las maletas y me hicieron un pequeño tour -a pesar de que ya me lo habían hecho por Skype antes de llegar allí. A todo esto llegaron los vecinos con una tarta ENORME que me habían preparado que decía "Welcome, Elvira" y se presentaron. Fueron muy simpáticos y acogedores y me hicieron sentir como en casa.
Cuando se fueron, Madeline me enseñó todo el jardín mientras Brian y Kelly preparaban la cena (¡en la barbacoa!). Vimos los columpios y el tobogán, la canasta y el huerto. Lo mejor son los tomates: están deliciosos. Mi familia come bastante sano, lo cual está genial, y usamos bastantes de las cosas que crecen en el huerto, así que es todo muy natural y bueno para mi salud.
La cena estaba muy, muy buena, y como yo estaba bastante ambienta duró poco en el plato. Kelly me hacía muchas preguntas y fue muy amable e interesada en conocerme lo mejor posible y Brian me hizo reír mucho, tiene un sentido del humor increíble. Después Kelly propuso un brindis por mí (yo llevo muy mal las situaciones de halagos/ cumplidos/ cosas buenas hacia mí porque nunca sé cómo reaccionar y me quedo ahí toda emocionada sin saber qué hacer). Dijo que estaba muy contenta de tenerme allí para formar parte de su familia durante ese año y que sabía lo mucho que les iba a aportar y que estaba muy emocionada por tener a alguien tan especial como yo en su casa. Y yo ahí, en una nube.
Después comimos la tarta, muy buena, por cierto, y Madeline me dio una bolsa gigante con regalos que me habían comprado de bienvenida a Idaho: una gorra para sentirme americana ya del todo, un puzzle de los estados, una cantimplora (suena tonto, pero no sabéis lo que las usan aquí. Para todo, repito, PARA TODO. La cantimplora es mi mejor amiga y va a donde yo voy y no podría haber pedido un regalo de bienvenida mejor). Lugo, cortesía de Kelly, cremas faciales y cacao para los labios y toallitas desmaquillantes y crema solar y miles de cosas más asumiendo que en el avión no había traído líquidos. También me compró una crema para el cuerpo que huele de maravilla, un gel especial, y champú y espuma para pelos rizados (es muy detallista, jajajaja). También incluyeron en el pack un mapa de todos los lugares por los que hacer hiking en Boise y en los alrededores porque a ellos les gusta mucho ese tipo de actividades (y a mí después de vivir un mes con ellos también, me he aficionado) y una pizarra blanca+un corcho para mi habitación y poder personalizarla así como quisiera.
Mi habitación es genial, por cierto. Lo más importante de todo es que tengo una cama de matrimonio y me puedo revolcar por la cama lo que quiera y una ventana gigante que hace que tenga mucha luz todo el día (me encantan los lugares luminosos). Fueron tan majos que me habían impreso cuando llegué allí las fotos que yo les había ido mandando por email de mi familia y amigos y me las habían colgado en la habitación. ¿No son encantadores?
Después les di mis regalos de España y les conté cosas sobre mi ciudad natal, Zaragoza, y algunas tradiciones de tenemos en Aragón relacionadas con los regalos que les di. Ellos encantados.
Creo que eso fue todo durante el primer día en USA. Luego me fui a dormir intentando recuperar las miles de horas de sueño perdidas en los últimos días. Habían sido unas jornadas de emociones fuertes y de cambios tremendos en mi vida y necesitaba descanso con urgencia.
Todo era muy emocionante (y lo sigue siendo).
Es increíble esto del sueño americano.
P.D: me he creado un Ask para resolver vuestras dudas, ya que muchos me estáis preguntando lo mismo por Direct y así tenéis todas las respuestas en un mismo lugar. Es @elviratobias (lo sé, no muy original en mí), o Elvi to Idaho.
El resto de mis redes sociales están en la página "Contacta" del blog. ¡Espero poder ayudaros!
Mi aventura comenzó en el mismo día en el que pisé el NH de Zaragoza para hacer mi examen escrito, pero la parte buena acaba de llegar.
No he tenido absolutamente nada de tiempo para escribir desde que he llegado aquí, a pesar de que me encantaría describir cada cosa que pasa en mi día a día con todo detalle. Pero os voy a contar un poco cómo es mi vida aquí y cómo es eso de sentirse americana.
Después de muchas despedidas, comprobar la maleta y deseos de buena suerte, cogí el AVE Zaragoza -Madrid a las 19:45 del 22 de agosto de 2016. Y no fui sola: Leire, otra becada zaragozana, fue mi compañera de viaje. Ambas aún algo emocionadas de todas las despedidas que acabábamos de vivir, comenzamos a imaginar todo lo que nos esperaba en este nuevo continente y las aventuras que viviríamos.
os quiero mucho |
reviviendo tradiciones de fotografías del AVE en la lejanía como en el finde del NB |
girls night |
Conforme fue llegando el sueño, todas se fueron yendo pero 4 de nosotras decidimos dormir de manera excesivamente incómoda en las micro camas: Cris, Alex, Lucilú y yo. Cris y Alex estaban en una cama y la psicópata pelirroja y yo en la otra (muy a mi pesar). Eran las 4 de la madrugada cuando Lucía decidió que se iba a duchar mientras el resto robábamos sus caramelos de fresa amarga. Y luego nos enfrentamos al peor problema de todos: el aire acondicionado estaba puesto a tope y nos estábamos CONGELANDO. Eso no era lo peor: las sábanas eran escasas y hubo grandes luchas por ellas, en especial en mi cama. Incluso cuando nuestras compañeras ya se habían dormido, a eso de las 5, Lucía y yo seguíamos riéndonos de la penosa situación (la cama era tan pequeña que nuestros culos no paraban de chocarse cada vez que hacíamos el más mínimo movimiento).
Nos dormimos a las 5.30 y nos despertaron a las 7.00. Y después al aeropuerto a aguantar 4 excitantes horas (nótese el sarcasmo) de esperar... y pasar aduanas... y esperar... y que a Lucía le abrieran la maleta por llevar demasiados potingues... y esperar a coger el avión que nos transportaría a Chicago. Nos encontramos con otros becados que nos acompañarían durante el resto de nuestra aventura, destacando a mis compañeras de estado, Andrea (a Jerome) y Anna (a Boise), y nuestros futuros colegas de baño, Antonio de Dios y Pablo.
Lucía, Antonio, Carmen, Andrea, yo, Anna y Pablo |
mendigando por los suelos del aeropuerto |
Resumiendo: las "comidas" bastante apestosas y escasas (casi nos comemos los unos a los otros del hambre que teníamos), hacía un frío que PELABA (por suerte nos dieron unas mantitas y almohadas), todos estábamos loquitos con lo que pasaba al tirar de la cadena del baño, vimos muuchas pelis y sobretodo miramos la pantallita que hacía la cuenta atrás de horas que nos quedaban ahí. Al final nos llamaron la atención por hacer demasiado ruido (éramos unos 30) y nos dijeron que en USA cuando más de 3 personas están de pie susurrando en un avión se piensa que están "conspirando". Y turbulencias. Muchas turbulencias. Demasiadas. Antonio estaba cagado porque era la primera vez que volaba, y ya se veía en el fondo del Atlántico.
Lo mejor fue el aterrizaje. Al igual que el resto del vuelo, fue problemático. Entre las turbulencias y que el piloto tenía complejo de aventurero, en vez de descender suavemente daba bajones repentinos que hacían que literalmente volaras un poquito de tu asiento. Todos los becados gritando como retrasados cada vez que descendíamos. Lo único que nos consolaba del miedo era que Chicago se veía precioso desde la ventana del avión. Cuando al fin aterrizamos empezamos a aplaudir con todas nuestras fuerzas porque costaba creer que siguiéramos vivos.
lucía <3 |
Chicago a la vista ig: @elviratobias |
squad |
Y adivinad qué, nos fuimos a comer al exótico... ¡MacDonald's! ¡El mismo lugar en el que habíamos cenado la noche anterior! ¡Yuju! Eso sí, era distinto a los de España. Bastante.
descubriendo lugares de interés turístico en Chicago |
múltiples selfies en el motel de carretera con los super filtros de snapchat |
Por desgracia, nos tocó la peor habitación de todo ese motel de carretera de Chicago. En primer lugar, donde debería haber armario no lo había: alguien había arrancado la puerta y había un par de perchas ahí colgando con toda la pared medio rota. En segundo lugar, la puerta iba excesivamente dura y era casi imposible abrirla. Y en tercer lugar, y lo más importante, NO IBA LA CADENA DEL BAÑO. Esto nos supuso un grave problema, porque después de incontables horas en el aeropuerto y en el McDonalds teníamos grandes necesidades. Nuestra gran idea fue salir al pasillo montando escándalo y riéndonos demasiado fuerte y llamar a la puerta de la habitación que compartían los chicos- Antonio y Pablo. Cuando nos abrieron, entramos las 4 de golpe y sin pedir permiso les informamos de que habíamos venido para usar su baño. Ellos se quedaron muy confusos, pero no se resistieron.
Lo que empezó como un problema en las instalaciones de nuestra habitación terminó en una extensa conversación llena de risas que convirtió nuestra experiencia en Chicago en algo muy extraño pero a la vez inolvidable. Y no olvidar que para nosotros, Chicago no era EEUU: no sentiríamos que estábamos en tierras americanas hasta llegar a nuestro destino definitivo. Chicago parecía una noche más en el NB charlando entre becados.
Al día siguiente nos despertamos a las 3 en mi habitación porque el vuelo de Andrea salía más pronto que los del resto, y como ella no supo ser silenciosa al prepararse para irse, acabamos todas charlando una vez más. Nos despedimos de Andrea a las 4 y nos quedamos Carmen, Lucía y yo sin creernos que ese era el día definitivo en el que conoceríamos a nuestras host families y pisaríamos nuestros nuevos hogares por 10 meses.
A las 6 nos levantamos definitivamente y fuimos a desayunar con el resto al restaurante del motel -no estaba tan mal, todo hay que decirlo. Después los que cogíamos aviones a Alaska, Texas, Seattle o Virginia nos fuimos al aeropuerto dejando al resto atrás (s/o to Carmen, que se quedó sola unas 6 horas mientras los demás nos íbamos).
En el aeropuerto nos quedamos en la puerta de embarque del vuelo a Virginia (que cogieron Lucía y Antonio) porque era el que primero salía, y después nos fuimos cada uno a nuestra puerta. Fueron momentos de despedida muy emotivos porque Lucía y yo después de pasar 3 días literalmente pegadas la una a la otra 24h sin dormir casi nada, nos hicimos muy cercanas❤️.
pidiendo a gente random que nos hiciera fotos |
te echo de menos :( |
anthony of god |
Ah, por cierto, nota para futuros becados: un@ monitor@ os acompañará de Madrid a Chicago o donde quiera que vaya vuestro primer vuelo, pero a partir de ahí todas las conexiones las tenéis que hacer solitos y, si tenéis suerte, con un par de becados en todo caso. Es parte del proceso de madurar y buscarte la vida que se aprende en la beca: ni adultos, ni los chalecos naranjas esos, ni monitores, ni ayuda para llevar el equipaje de un lado a otro o encontrar tu puerta de embarque: eres tú y solo tú el responsable de ti.
Dicho esto, entenderéis que nos agobiáramos un poco al ver que nuestro vuelo nunca llegaba y no tener a nadie que nos ayudara. Finalmente nos limitamos a jugar a las cartas y a flipar con los trucos de magia de Pablo hasta que el avión llegó.
Nada interesante durante el vuelo a Seattle, 4h y pico de tranquilidad.
Pablo casi pierde su conexión a Oregon por culpa del retraso, pero logró embarcar por un pelo de rana. Anna y yo aún teníamos tiempo hasta coger el avión a Boise, así que nos tomamos uno de los típicos Bagels con la calma. Nuestro avión a Boise no era un avión normal, era uno muy campechano para vuelos cortitos entre estados que parecía salido del viejo oeste. Anna y yo forjamos una bonita amistad entre conversaciones sobre el pueblo alicantino y sueños sobre lo que nos esperaba en Boise y en Riverstone (sí, las dos vamos al mismo insti).
Cuando llegamos ocurrió el encuentro con mi host family, que fue sinceramente muy emocionante. Eran tal y como en las fotos que había visto de ellos y como en Skype, los reconocí de inmediato, y me habían traído globos y una pancarta hecha por Madeline, mi hermanita de 6 años. Fue increíble pero a la vez extraño, porque no supe cómo reaccionar. Por suerte ellos fueron súper cariñosos y simpáticos y en seguida me empezaron a hacer preguntas sobre mi viaje, sobre mí, a contarme cosas sobre Boise y la vida que me esperaba allí e historias sobre su verano.
Me ayudaron con el equipaje y, después de despedirme de Anna y saludar a su host family -también encantadores; hemos tenido muchísima suerte- me monté en el coche con mi nueva familia y me dijeron que antes de ir a casa me iban a hacer un tour por el downtown de Boise en coche. Fuimos al campus de la universidad, al Ann Morrison Park y otros parques cuyos nombres no recuerdo, pasamos al lado del Boise River y del Greenbelt, de la biblioteca, del Capitol y muchas otras cosas. Después fuimos hacia casa -las ciudades en USA suelen consistir en un downtown relativamente pequeño en el que están las tiendas, cines, restaurantes, etc y no vive prácticamente nadie y luego en los suburbios muchos barrios de casitas como las de película, con sus jardines y demás, y los institutos-.
Mi casa está a unos 15 mins del Downtown en coche, y como en USA tienen un serio problema de déficit de transporte público dependo bastante de mis padres y de la gente de clase que tiene coche para llegar allí. Pero lo llevo muy bien, la verdad.
En el camino a casa pasamos por delante de Riverstone, mi futuro insti, y era tal cual como en las fotos. Todo impecable, muy bonito, haciendo que mis ganas de empezar el curso aumentaran -cosa inusual.
Una vez en casa me enseñaron mi habitación, dejamos las maletas y me hicieron un pequeño tour -a pesar de que ya me lo habían hecho por Skype antes de llegar allí. A todo esto llegaron los vecinos con una tarta ENORME que me habían preparado que decía "Welcome, Elvira" y se presentaron. Fueron muy simpáticos y acogedores y me hicieron sentir como en casa.
Cuando se fueron, Madeline me enseñó todo el jardín mientras Brian y Kelly preparaban la cena (¡en la barbacoa!). Vimos los columpios y el tobogán, la canasta y el huerto. Lo mejor son los tomates: están deliciosos. Mi familia come bastante sano, lo cual está genial, y usamos bastantes de las cosas que crecen en el huerto, así que es todo muy natural y bueno para mi salud.
La cena estaba muy, muy buena, y como yo estaba bastante ambienta duró poco en el plato. Kelly me hacía muchas preguntas y fue muy amable e interesada en conocerme lo mejor posible y Brian me hizo reír mucho, tiene un sentido del humor increíble. Después Kelly propuso un brindis por mí (yo llevo muy mal las situaciones de halagos/ cumplidos/ cosas buenas hacia mí porque nunca sé cómo reaccionar y me quedo ahí toda emocionada sin saber qué hacer). Dijo que estaba muy contenta de tenerme allí para formar parte de su familia durante ese año y que sabía lo mucho que les iba a aportar y que estaba muy emocionada por tener a alguien tan especial como yo en su casa. Y yo ahí, en una nube.
Después comimos la tarta, muy buena, por cierto, y Madeline me dio una bolsa gigante con regalos que me habían comprado de bienvenida a Idaho: una gorra para sentirme americana ya del todo, un puzzle de los estados, una cantimplora (suena tonto, pero no sabéis lo que las usan aquí. Para todo, repito, PARA TODO. La cantimplora es mi mejor amiga y va a donde yo voy y no podría haber pedido un regalo de bienvenida mejor). Lugo, cortesía de Kelly, cremas faciales y cacao para los labios y toallitas desmaquillantes y crema solar y miles de cosas más asumiendo que en el avión no había traído líquidos. También me compró una crema para el cuerpo que huele de maravilla, un gel especial, y champú y espuma para pelos rizados (es muy detallista, jajajaja). También incluyeron en el pack un mapa de todos los lugares por los que hacer hiking en Boise y en los alrededores porque a ellos les gusta mucho ese tipo de actividades (y a mí después de vivir un mes con ellos también, me he aficionado) y una pizarra blanca+un corcho para mi habitación y poder personalizarla así como quisiera.
Mi habitación es genial, por cierto. Lo más importante de todo es que tengo una cama de matrimonio y me puedo revolcar por la cama lo que quiera y una ventana gigante que hace que tenga mucha luz todo el día (me encantan los lugares luminosos). Fueron tan majos que me habían impreso cuando llegué allí las fotos que yo les había ido mandando por email de mi familia y amigos y me las habían colgado en la habitación. ¿No son encantadores?
Después les di mis regalos de España y les conté cosas sobre mi ciudad natal, Zaragoza, y algunas tradiciones de tenemos en Aragón relacionadas con los regalos que les di. Ellos encantados.
Creo que eso fue todo durante el primer día en USA. Luego me fui a dormir intentando recuperar las miles de horas de sueño perdidas en los últimos días. Habían sido unas jornadas de emociones fuertes y de cambios tremendos en mi vida y necesitaba descanso con urgencia.
Todo era muy emocionante (y lo sigue siendo).
Es increíble esto del sueño americano.
P.D: me he creado un Ask para resolver vuestras dudas, ya que muchos me estáis preguntando lo mismo por Direct y así tenéis todas las respuestas en un mismo lugar. Es @elviratobias (lo sé, no muy original en mí), o Elvi to Idaho.
El resto de mis redes sociales están en la página "Contacta" del blog. ¡Espero poder ayudaros!
Como puede tocarme una familia así de genial???
ResponderEliminarTodas las familias son genialesss!! Estaras genial no importa quien te toque
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