COMIENZA LA AVENTURA

Bueno, mi 1ª entrada. Lo primero de todo es darte la bienvenida a este blog. Lo segundo es presentarme: me llamo Elvira Tobías, vivo en Zaragoza, al norte de España, tengo 15 años y el curso que viene lo pasaré en Estados Unidos (aunque aún no me lo acabo de creer, la verdad).

Todo empezó a finales del curso pasado. Mi padre me dijo que había oído en la radio que el dueño de Zara, Amancio Ortega, ofrecía 500 becas para estudiar un año en EEUU o Canadá. Los requisitos eran:

-Tener una nota media igual o superior a 7 puntos, y     una nota de inglés igual o superior a 8 en 3º de ESO.

-No haber estudiado un año académico en el extranjero con anterioridad.

-Enviar en plazo el formulario online con toda la documentación requerida.

-Estudiar actualmente 4º de ESO en un centro educativo en España y tener pasaporte español.

Yo aún no había terminado 3º de ESO, así que decidí esforzarme al máximo en los exámenes finales para tener la mejor media posible y presentarme el año siguiente. Terminé 3º de ESO con una media bastante buena y estaba muy contenta, porque cumplía los requisitos y me podría presentar. Cuando empezó el plazo para enviar el formulario de inscripción me puse manos a la obra. Lo rellené todo bastante rápido. Además del certificado de notas de 3º de ESO te pedían también una fotocopia del pasaporte y del DNI, que rellenaras unos apartados con tus datos y los de tus padres, y, muy importante, el certificado de la renta. También había varias preguntas personales, como ¿Haces algún tipo de voluntariado?, ¿Qué te gustaría hacer cuando termines el bachillerato?, ¿En qué tareas ayudas en casa? y otras de ese tipo. Yo estaba súper agobiada, porque se acababa el plazo y yo aún no había decidido lo más importante: el destino.

No te puedes imaginar lo que me pude llegar a rayar intentando elegir entre Canadá o EEUU. Los dos sitios me parecían increíbles, con muchísimos pros, y además aunque yo desde el principio me había inclinado más por EEUU mi padre no paraba de repetirme que Canadá era mejor. Un día cogí el ordenador, marqué EEUU y dije, “ya está, lo voy a mandar”. Mi padre se puso a gritar y a decir “¡NO! ¡Espera, tienes que pensarlo con más calma!”. Como podrás deducir, no le hice caso. Pulsé el botón de enviar corriendo y cuando quise darme cuenta, la suerte ya estaba echada.

Me asignaron una hora para hacer el examen escrito, creo que era el 21 de noviembre, aunque no me acuerdo. Era un sábado por la mañana, eso sí. Al principio decidí que no se lo contaría a nadie, porque así si no salía se quedaba en nada y no me sentiría tan presionada. Pero al cabo de unos 2 días (nótese mi fuerza de voluntad extrema) no pude aguantar más y se lo conté a una amiga mía (Teresa, que has estado conmigo desde el principio). Por cosas de la vida se acabó enterando toda mi clase, y de hecho nos presentamos a la beca 4. Llegó el día del examen y yo no estaba ni muy nerviosa ni muy tranquila, pero eso cambió cuando mi madre y yo entramos en el NH de Zaragoza y lo vimos lleno de gente. Pero literalmente, petado. Padres con sus hijos a cuál más nervioso haciendo dos filas para entregar su documentación a unas señoras y luego pasar a la sala del examen. Hubo un momento que sentí que me daba algo. Allí hablé con un chico de Cuarte bastante majo que se presentaba también para EEUU y una chica que iba para Canadá. Las 3 de mi clase habían hecho el examen el viernes, por lo que yo estaba completamente sola ante lo desconocido.

El examen me fue bien en general. El listening no era para nada como me lo había esperado. Eso sí, no lo repetían. O lo pillabas a la primera o adiós. Creo que en general me salió bastante bien, ya que enseguida le cogí el tranquillo. El reading también era relativamente fácil. Había apartados que usaban un vocabulario que yo no dominaba, así que tuve que hacer uso de mi intuición. Otros, sin embargo, me salieron genial. El writing era más complicado. Estaba dividido en 3 partes: en la primera, te daban el comienzo de una frase y tú la tenías que terminar con lo que se te ocurriera. Personalmente yo creía que esa no me había salido especialmente bien, ya que puse tal cual lo primero que se me pasaba por la cabeza, y algunas frases me quedaron patéticas. Supongo que era para que los que corregían el examen conocieran mejor nuestra personalidad o algo así. La segunda parte consistía en que te planteaban una situación y tres posibles reacciones que una persona podría tener ante ella, y tú tenías que elegir la que se acercara más a lo que harías tú. Y la tercera era hacer una redacción a partir de una lista de palabras que te daban. De esa sí que salí orgullosa, ya que pensaba que había sido original en mi tema y que había sabido poner los verbos y demás bastante bien.

Ya sólo quedaba esperar.

Esas fueron semanas de leer blogs de personas que estaban en EEUU, soñar sobre qué pasaría si me cogieran y dar la lata a mis amigas sobre de qué podría hacer la presentación para el examen oral si pasaba a la siguiente fase (un besazo a Mónica, Isa y Teresa por soportarme todo este tiempo).

El día nunca parecía llegar. La noche anterior a que sacaran la lista de preseleccionados yo estaba ultranerviosa. No te puedes imaginar cuánto. Empecé a darle vueltas a si mi media sería lo suficientemente buena, si el examen me habría salido bien, si no la habría cagado en algo… tardé muchísimo en dormirme.

Los resultados teóricamente (remarco el teóricamente), los tenían que anunciar alrededor de la 1, pero vamos, que no fue así. Me pasé toda la hora de física y química mirando el reloj sin escuchar una sola palabra de formulación. Me puse más nerviosa incluso que el día que sacaron la lista definitiva de seleccionados, en serio.

La lista no salió hasta más de 40 minutos después. Fue una auténtica tortura. Mis amigas y yo íbamos de ordenador en ordenador por el colegio intentando encontrar uno en el que se hubiera actualizado la página de la FAO. No había manera. Casi a las 2 apareció el dichoso documento en PDF. Lo abrí acompañada de una de mis profesoras de inglés y un pequeño círculo de compañeras que miraban a la pantalla por encima de mi hombro.

Mi apellido es Tobías. La T es una de las últimas letras del abecedario. Pues bien, mientras mi profesora bajaba con el ratón por la lista, yo me angustiaba porque no llegábamos a la T y mi nombre no aparecía. Creo que pocas veces en mi vida he acumulado tantos nervios. Iba a vomitar.

Como te podrás imaginar, mi nombre estaba allí. Lo siguiente fueron muchos abrazos, gritos de alegría, felicitaciones y palabras de ánimo. Mis profesoras se ofrecieron para ayudarme a preparar la prueba oral. Irene me compró panes de leche para celebrarlo, porque sabe que me encantan. Yo estaba en una nube. La 1ª fase era la que más miedo me daba, porque de los casi 8000 que nos presentamos solo 630 pasábamos a la prueba oral (sin tener en cuenta Galicia, que va un poco aparte). Ahora ya nada dependía de mis notas de cursos anteriores ni de la renta de mis padres, dependía de mi presentación y de mi entrevista y de demostrar mis capacidades yo sola.

La verdad es que, a pesar de todo, no era consciente de lo loco que se iba a volver todo a partir de ahí.